El consumismo es la compra o acumulación de bienes y servicios considerados no esenciales.
Año tras año el catálogo se actualiza, miles de empresas se encargan de crear publicidad de productos haciéndole creer al público que de verdad lo necesitan cuando en realidad no es así. Un ejemplo de esto son las marcas de celulares, que anualmente lanzan nuevos dispositivos y los exponen como “nuevos y mejores” cuando quizá son muy similares a los productos que ya estaban en el mercado, agregándoles características mínimas.
Y aquí entra el sistema del consumo; los productos son elaborados para cubrir una necesidad por un cierto tiempo, se puede decir corto, para luego estos ser desechados y que los consumidores, es decir nosotros, nos dirijamos a un negocio a comprar un uno nuevo, lo que genera ingresos para la empresa que lo produce a costa de nuestras “necesidades”. Esto es conocido como obsolescencia programada.
A su vez, este consumo es fomentado constantemente por los medios masivos de comunicación ya que tanto en la televisión, en internet o inclusive en las calles se puede observar la publicidad que trata de vender la mercancía a toda costa, debido a que estos anuncios son invasivos.
No es tan difícil para las empresas vender sus productos ya que los consumidores suelen ser dóciles acerca de los estereotipos que ofrecen y creen que los productos, al ser novedosos y que todo el mundo los tiene, son ultra necesarios en su cotidianidad. De esta forma se logra vender un estilo de vida “aparentemente perfecto” cuando en realidad no existe.
Dentro del sistema de consumo se pueden apreciar las diferencias entre las clases sociales que dejan al descubierto las desigualdades económicas. Dicha desigualdad surge en relación a las posibilidades de tener o no un trabajo y el sueldo que se puede obtener de ese mismo. Un determinado grupo de la alta sociedad consume cierto tipo de productos que sólo ellos pueden tener, los cuales son considerados de “buen gusto” por la sociedad de mayores bienes, e incluso por la de menos, ya que sino no tendría sentido tenerlo o gozar de este por parte de los adinerados.
En conclusión, tenemos que abrir los ojos frente a lo que se nos presenta como un producto único e inigualable, cuando es evidente que el propósito de la producción de ese bien es obtener dinero por parte nuestra a cambio de un producto que nos durará por cierto tiempo.
Osan, Piscitello, Tissera, Wekid.